miércoles, 10 de agosto de 2016

Elsa Panozo, la creadora de la sazón del “Tunari”


Restaurante tunari tradición y trabajo

El restaurante inició sus actividades el año 1935, de la mano de Felipa Bustamante de Arévalo; luego de 40 años, su nuera Elsa Panozo heredó el negocio y lo convirtió en uno de los locales más reconocidos y tradicionales de la ciudad.

Las personas que desconocen el trabajo que se realiza en la cocina de un restaurante podrían sentir temor, presión y hasta estrés, a la sola idea de estar a cargo de una; es que el rubro de la gastronomía no es una tarea sencilla, al contrario es una de las labores más exigentes.

Allí, en medio de la cocina, donde reinan los ingredientes frescos, un equipo de cocineros empieza a coordinar su tarea diaria. Picar cebollas, tomates, zanahorias, pelar papas, trozar los diferentes tipos de carnes, son algunas de las tareas habituales

de este equipo de trabajo.

A la cabeza está Elsa Panozo Meneses, una mujer morena, de contextura delgada y de 1.60 centímetros de estatura; quien además de ejecutar los cortes, se pasea frente a los fogones industriales, con la mirada vigilante en las burbujeantes ollas de acero, que parecieran estar esperando

el ingreso del próximo ingrediente para su cocción.

Quien la ve dirigiendo al personal de cocina del restaurante “Tunari”, casi podría asegurar que Elsa Panozo nació y se crió dentro este rubro; pero nada más equivocado, ya que ella aprendió del negocio paso a paso.

Aquí, en este mundo de sabores, es donde se llegan a fusionar la experiencia, el buen gusto y la vida de Panozo.

Tiempo de hogar

Elsita, como la llaman sus familiares y amigos más cercanos, nació en la Villa Imperial de Potosí en 1952. Ella es la segunda de los seis hijos que procrearon sus padres, Miguel y Aida.

Aunque su alumbramiento se dio en otro departamento, ella se considera una cochabambina más, porque llegó a esta ciudad con apenas dos meses de vida y todos sus recuerdos y afectos se fueron tejiendo en los valles

que la acunaron.

Egresó de la promoción de oro del Colegio Adela Zamudio en 1970 y su siguiente meta fue profesionalizarse en la Universidad Mayor de San Simón; pero, el destino le tenía preparado otro camino. Conoció a Casimiro Arévalo, con quien enamoró dos años y luego contrajo nupcias por poder en 1970, ya se su esposo estaba en el Brasil. Luego, ella viajó a su encuentro.

“Mi esposo estaba finalizando su especialidad en Anestesiología y cuando ya iba a dar a luz volvimos a Bolivia y ya no nos movimos más”, afirmó.

Luego de algunos meses de radicatoria, al verse con una niña en brazos y otro bebé en camino y sin un sueldo fijo, se vio en la necesidad de trabajar junto a su suegra en la “Pensión Popular”, ubicada en la calle Suipacha esquina avenida Heroínas, que aún funciona con el nombre de “Tunari”.

Tiempo después heredaría el negocio de su suegra, aunque posteriormente tuvo que comprar las acciones que tenían los hermanos de su esposo.

La “Pensión Popular” -que ya tenía más de 30 años de trayectoria- si bien tenía algunos platos criollos su fuerte eran los almuerzos de mediodía; situación que ella cambió con los años.

“Empecé a aprender a preparar los platillos; pero, debo ser sincera en afirmar que les cambié su sabor original, porque le agregué mi toque y a los comensales les gustó”, recuerda Elsa. En ese periodo cambió el nombre del restaurante y lo nombró “Tunari”, el cual se hizo conocido por sus platos de chorizo, fricasé, ranga, riñón y ranga colorada.

Con estos cinco platos se hizo famoso el local y se mantiene vigente por más de 20 años.

capacitación y crecimiento

Para ir a la par del crecimiento del restaurante, Elsa Panozo comenzó a capacitarse en el rubro de la gastronomía, razón por la cual se inscribió a cuanto curso se ofrecía; muchos de ellos en Infocal e incluso llegó a viajar a La Paz, para pasar cursos modulares de cocina internacional.

“Me gusta aprender otro tipo de comida y, aunque mi fuerte es la cocina criolla, me doy modos para poner en práctica otras recetas”, enfatiza la chef, quien administra la segunda sucursal, a lado de la primera, sobre la calle Suipacha, donde diariamente ofrece el tradicional almuerzo familiar.

De igual manera, su necesidad de administrar adecuadamente su negocio la llevó a retomar los estudios en la Universidad Mayor de San Simón, esta vez en la carrera de Auditoría, de la cual egresó en 1994.

“Necesitaba aprender a administrar económicamente el negocio, así que robé tiempo al tiempo y horas de atención de mis hijos; pero terminé mi carrera”, cuenta orgullosa doña Elsa.

Lejos de levantar las manos y de sentir que ya había alcanzado el éxito, esta audaz empresaria tuvo la idea de abrir su tercera sucursal, esta vez en un sector más turístico, en “El Prado” cochabambino.

“Para mi era otro mercado y me puse a la tarea de atraer a la clientela, es así como volví, -por un año-, a ofrecer almuerzo familiar y luego retomé lo mío”, recuerda Elsa.

Y como siempre, en busca de un mejor servicio, fue que se inscribió a la escuela gastronómica “IGA”, de la cual egresó en 2012.

Y ahora, luego de 42 años de trabajo constante, Elsa Panozo Meneses afirma que la cocina es su gran pasión y que hasta ahora la sigue motivando. “Cuando empecé no sabía a lo que me estaba metiendo y yo misma me asombró al ver todo lo que hice y lo que estoy planeando hacer; porque “Tunari” todavía tiene más camino que recorrer”, finaliza doña Elsa.

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