lunes, 15 de agosto de 2011

Factory Grill, es uno de los lugares donde trabaja. además de su cocina, se destaca también por su original ambiente

Pedro Navarro Lonsdale tiene 32 años y es paceño. Luego de estudiar todos los años de colegio en La Paz viajó a Estados Unidos para ser ingeniero y tiempo después, con el título bajo el brazo, regresó a casa, pero convertido en chef. Se ríe cuando recuerda que su papá no estaba muy convencido de que su hijo trabaje en una cocina y que quería para él una carrera más ‘seria’; sin embargo, fue él quien transmitió a su retoño la pasión por la gastronomía: “Una vez que mi papá vio que mi vocación era en serio, ya tuve todo su apoyo. Lo mejor es que a él le gusta mucho cocinar y es de ahí que me viene la herencia”, dice el chef que ha convertido el menú de Factory Grill y del Hotel Andino DM, ambos en La Paz, en su espacio de creación personal y en su tarjeta de presentación.

UN SABROSO RIESGO
La gastronomía todavía no es vista en Bolivia como una carrera rentable, así que el apoyo de la familia de quien quiera ganarse la vida entre hornallas, muchas veces no llega al primer impulso. “En mi caso, mi mamá siempre me ha apoyado pero mi papá tenía otros planes para mí. Él quería que sea ingeniero, y aunque al principio no estaba muy contento porque dejé ingeniería con tres años de carrera, después se dio cuenta de que la gastronomía no es un hobby. En este mundo tan competitivo solo te puedes dedicar a una cosa si quieres ser realmente bueno”, cuenta Navarro.
De estudiar ingeniería, se fue a trabajar a un hotel de cinco estrellas en Estados Unidos, donde comenzó su aprendizaje. En Argentina formalizó los estudios.
Cuando Navarro decidió dar ese giro en su vida profesional no estaba en Bolivia y no sabía lo complicado que es abrirse una carrera como chef en el país. Ahora es chef ejecutivo en los dos restaurantes, uno de comida tex-mex y el otro de cocina gourmet, que ya se destacan en el paladar de quienes han probado sus menús. De boca en boca, la sazón del joven chef se va haciendo conocer.

DE TODO UN POCO
Existen varias estructuras con las que se puede armar una cocina, según el país donde el chef se haya formado, aunque predominan la europea y la norteamericana. En el caso de Pedro Navarro su base ha sido Estados Unidos.
En Europa se trabajan con cocinas redondas, que están estructuradas de forma más casera, mientras que en Estados Unidos se usa la producción en línea, las cocinas son largas y el trabajo se hace más fácil. “He trabajado en ambos lugares, y me siento más cómodo con la producción en línea, sobre todo en Factory Grill”, explica Navarro.
Factory Grill, en el que Navarro tiene parte de la sociedad, nace de la idea de abrir un bar americano con comida estilo tex-mex. Navarro aceptó ser parte del proyecto, pero con la idea de que la comida fuera lo más cercano a lo gourmet. “Si bien la comida no está dentro de ese género específico, los productos que usamos tienen la mejor calidad. Estamos por encima de un ‘fast food’, y un paso debajo de lo gourmet.”
Y al ser también chef ejecutivo en el hotel Andino DM, Navarro cubre todas sus expectativas. Mientras que en Factory Grill el movimiento en cadena tiene que satisfacer a cientos de personas rápida y sabrosamente, en el hotel Andino DM, Navarro trabaja más con la creación y la experimentación de diferentes recetas en base a productos andinos como la quinua, “estoy muy contento donde estoy, hago lo que me gusta en los dos lugares, puedo experimentar cosas nuevas y tengo un poco de todo”, explica Navarro que en el hotel DM juega con la cocina andina y la cocina fusión, mientras que en Factory Grill se rige más por un tipo de comida cuyo menú es casi exclusivamente tex-mex.
La creación más singular de este chef es la paella de quinua. “Utilizo los tres tipos de quinua más populares, roja, negra y blanca. Este plato es complicado porque hay que nivelar las tres quinuas en su cocción, cuyo tiempo es diferente y su textura también”, dice. Ha fusionado la base boliviana, con el tipo de comida española y el tipo de cocción italiana, que es el rissotto, la manera en la que hace cocer la quinua. “Me encanta jugar con la quinua y preparar nuevas recetas. Este ingrediente le pone mucha alegría a mi cocina.”

PARA EXPLORAR
La estructura de una cocina bien armada tiene algo de militar: el chef ejecutivo va controlando la calidad de la comida, los cocineros, los equipos, y trabaja en la producción de nuevos platos para el menú. Rara vez está moviendo cucharones porque debe supervisar que todo el trabajo a su alrededor esté perfecto.
“El tema del estrés está dentro del trabajo de gastronomía, hotelería, alimentos y bebidas, etc. Cualquier área en la que se lidia con la atención al público es estresante, principalmente en la buena atención al cliente. Dentro de la cocina se aprende a trabajar bajo presión. Yo en la cocina soy otra persona, me convierto en un dictador, pero en la cocina somos un núcleo, nadie se toma de forma personal las cosas, todos saben que es así como funciona y que cuando termina el servicio todos somos amigos otra vez”.
Aunque cada vez son más los chefs y restaurantes que se destacan por la calidad de su comida, en Bolivia la gastronomía todavía es muy casera. “Los locales que manejan la cocina a nivel profesional, la mayoría lo hacen de forma casera, es necesario exigir más a la gastronomía, tener lugares hechos para restaurantes y no casas transformadas, crear cocinas más sofisticadas”, explica Pedro.
“Me encanta saber que en Bolivia hay muchas cosas por realizar, sé que en el país hay un mundo por descubrir en la gastronomía. Tal vez no sea yo el indicado, pero en algo voy a contribuir.”
Educar el paladar no es nada fácil, en un mundo de sabores y olores, un poco de más o de menos puede hacer una gran diferencia, pero Pedro dice que tiene la suerte de hasta ahora no haber cometido ningún error grave, “no me creo una persona inspirada ni un creador, sí creo que la cocina es un arte, pero yo no soy un artista, hay muchos más que yo, gente que tiene más vuelo, yo soy un aprendiz de artista.”

Las paredes del factory grill

E l restaurante de 370 m2 y 315 m2 de terraza, fue diseñado para brindar una experiencia agradable y divertida a los clientes. Cada detalle fue pensado para ser parte de un concepto. Puertas y columnas revestidas con planchas metálicas, columnas de concreto visto, piso de entablonado de madera rustica, piso de concreto teñido, muros de ladrillos avejentados, publicidades innovadoras, luminarias industriales, lavamanos vaciados de concreto, expositores de botellas de metal oxidado, platos metálicos, entre muchos otros. Cada uno de estos elementos fue trabajado con un material y un terminado especial para lograr un ambiente único.
Con la ayuda de la iluminación, de los letreros de neón y la gran cantidad de televisores se ha generado un ambiente muy acogedor lleno de color y movimiento, a pesar del uso abundante de materiales crudos y fríos.
Se cuenta con diferentes ambientes dentro de un mismo espacio que están limitados de una forma casi imperceptible. Esto permite al usuario encontrar un lugar que se adapte a su gusto.
El bar, por su gran tamaño y porque se encuentra al centro del restaurante, es un elemento muy importante del local. La gran cantidad de botellas expuestas, los televisores y los letreros de neón hacen que sea un bar muy dinámico.
Un gran andamio con una pequeña sala de maquinas es otro componente que ayuda a la clientela a transportase en su imaginación y poder salir de la rutina diaria. El mismo andamio ayuda a la privacidad de las mesas que se encuentran por debajo.
*Conny Saucedo es la arquitecta que diseñó “Factory Grill”.

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