martes, 11 de septiembre de 2012

El restaurante El Aljibe y la Fraternidad Haraganes



En el plano urbano de Santa Cruz de la Sierra de 1888 figuran las dos piezas que dan a la calle Ñuflo de Chávez de la casona que hoy ocupa el restaurante El Aljibe. El dueño presume que la edificación tiene más de 130 años, por lo que ha luchado por restaurarla.

De igual manera la casona situada en la esquina de las calles Chuquisaca y Ñuflo de Chávez, que hoy pertenece a la Fraternidad Haraganes 1968, también fue restaurada y en este mes de la efeméride la comuna las pone como ejemplos del esfuerzo privado para crear sensibilidad en los propietarios de las casas patrimoniales situadas en el centro de la ciudad.

El propietario de El Aljibe, Javier Libera, relata cómo luchó para que la casa no sea demolida, incluso antes de adquirirla cuando la alquiló a la familia Menacho, que era la propietaria, en 2008.

“Mediante la intervención de Enrique Landívar, que era presidente del Concejo Municipal, logramos que se aprobara una ordenanza en la que se prohibió su demolición”, refirió Libera.

Una vez adquirida, la casona fue transformada en el restaurante-museo El Aljibe, donde se rescataron el piso de ladrillos cuadrados, las puertas, las ventanas, el pozo y otras dependencias situadas alrededor de los dos patios.

“Hasta donde se conoce la vivienda perteneció a la familia Menacho-Carrillo, luego a Ida Olender y después a los Vallejos. Sé que el antiguo dueño, Guillermo Menacho, llegó a ser alcalde de la ciudad”, añadió Libera.

Esta casona, desde el 27 de enero de 2009 es un restaurante que rescata los antiguos platos de la culinaria cruceña como el pipián, la capirotada, la sopa tapada, el almondrote, el pastel de gallina o el locro carretero.

El director del Centro y Patrimonio Histórico, Jery Méndez, reveló que está en trámite la inclusión de este edificio como parte de las casas que son intocables por su aporte a la historia cruceña.

Por su parte, el inmueble adquirido por la fraternidad Haraganes 1968 previamente tuvo dos intervenciones para preservar la estructura.

Pero la más grande restauración se la efectuó hace cuatro años conservando el estilo ‘tipológico de la vivienda cruceña’, que resalta por sus galerías y horcones.

La preservación fue cuidadosamente realizada y se dejó al descubierto partes de las paredes para admirar el material de construcción, el adobe, del que están hechas.

También son expuestas las puertas y un portal en el ingreso donde se aprecia la madera y los ladrillos antiguos, y el aljibe sobresale en el patio típico. “La casona solo tiene uso social, pues los socios de la fraternidad se reúnen cada jueves”, dijo el administrador Pedro Valdez.



Detalles



- Añejas. Las clásicas puertas de antaño, de cuatro hojas, perviven en el edificio de El Aljibe. También se han cuidado las chapas con llaves de gran tamaño.



- Fachada. Los dueños del restaurante han cuidado los detalles para preservar los corredores, los mojones y hasta los palos que sirven de bancos en la calle.



- Piso. Los ladrillos, de forma cuadrada, son los originales de las salas de la calle Ñuflo de Chávez. El local es considerado un museo de cosas antiguas.



- Portal. El pórtico de ingreso a la fraternidad está construido de adobe, ladrillo y madera que están expuestos para ser admirados.

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