lunes, 25 de marzo de 2013

San Miguel se consolida como el circuito de los cafés

Para quienes el café es su principal aliado a la hora de los negocios, la tertulia o simplemente en momentos de descanso y ocio, San Miguel es el espacio ideal.

En un reducido perímetro de este barrio de la zona Sur de La Paz hay 18 locales con una amplia y variada oferta de café y opciones gastronómicas para todo gusto.

Aunque la proliferación de locales es relativamente reciente, el primero, café La Terraza, abrió hace ya 16 años. El empresario Mauricio Franulic cultivaba entonces un café de alta calidad en Yungas y decidió innovar la oferta culinaria de la ciudad acorde a una corriente “europea” que desde un principio tuvo buena acogida.

No pasaron muchos años hasta que nuevos negocios se instalaron en esta zona. Alexander Coffee, por ejemplo, ofrece sus servicios desde 1996, cuando abrió en un pequeño ambiente con tres mesas, tres funcionarios y una variedad de capuchinos.

Después se instaló el café Beirut, que se distingue por sus recetas árabes y el narguil (o shisha), que se emplea para fumar tabaco especial de distintos sabores, una oferta que acaparó desde el principio la atención de clientes muy jóvenes.

A paso lento y firme, esta zona paceña se fue poblando de estos espacios alternativos e ideales para todo tipo de encuentros. (Ver infografía)

“Estos negocios se abren en lugares muy concurridos. Las personas encuentran allí un espacio para interactuar con gente de su mismo estrato social y consumir productos de buena calidad”, opina el sociólogo Óscar Rocabado.

Una característica casi general de estos cafés es la luz tenue y la música ambiente suave, generalmente al ritmo del jazz o del tango, para crear una sensación de intimidad y paz.

“Son espacios con calidez, pero a la vez aptos para los negocios y estudios. Aquí vienen desde jóvenes estudiantes hasta artistas e intelectuales. Es un verdadero enriquecimiento cultural”, comenta María de los Ángeles Gumucio, propietaria de La Terraza.

Y aunque la oferta en San Miguel parecería estar saturada, el empresario Rodrigo Astorga decidió abrir hace dos años el café Vainilla, que se distingue por ser “una extensión del hogar y ofrecer un producto de alta calidad”, según comenta.

“Vainilla está dirigido a todos. Aquí no se sirve un café impersonal, sino que cada cliente puede elegir los sabores e ingredientes que prefiera y lo preparamos aunque no esté en el menú”, afirma.

Fridolin, Pigalle, Chantilly, Palais Rose... las opciones abundan y las preferencias dependen de cada gusto.

Eso sí, una característica común de estos espacios es la atención personalizada y cordial. Al tener clientes frecuentes, el personal conoce sus gustos, preferencias y hasta los horarios en que asisten a tomar un café.

Éste es, según Gumucio, el secreto para preservar este tipo de negocios. “El brindar una buena atención y crear una relación personal con los clientes a tal punto de conocer sus gustos, ésa es la clave del éxito”, explica.





Si bien el café es el producto estrella, en estos espacios también se ofrecen tés de sabores, helados, raspadillos, jugos de fruta y milk shakes, entre otros.

A esta oferta se suma la diversidad de productos de pastelería, desde empanadas hasta pasteles de mil hojas; además de las opciones de comida ligera, entre ensaladas y sándwiches.

Al caminar por las calles comerciales de San Miguel se advierte que todos los locales tienen casi siempre más de la mitad de las mesas llenas.

Desde muy temprano hasta que cae la noche, la afluencia es constante y segura, tanto que si pudieran, seguramente las paredes de estos negocios podrían contar los gustos y preferencias de miles de personas que no rehúsan saborear una aromática taza de café.

Punto de vista
Óscar rocabado SociólogoLa gente encuentra en estos cafés un espacio de reunión, pero también una reproducción de sus consumos culturales; es decir, de lo que observan en la televisión o de lo que han visto durante sus viajes a Europa, donde hay una marcada cultura del café.El crecimiento de espacios de recreación y comercio en la zona Sur también tuvo su influencia en cierto sentido. La gente asiste a estos lugares para encontrarse con conocidos de un mismo estrato social. Los clientes de estas cafeterías, por lo regular, frecuentan un solo lugar porque encuentran algo que los identifica.

Tampoco hay que descartar la influencia que ejerce la publicidad en el comportamiento de las personas. Muchas de ellas adquieren un gusto por el café a partir de lo que ven y escuchan.

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