domingo, 7 de abril de 2013

República, un café cruceño.



Está en boca de cruceños y turistas desde que abrió hace cinco meses y ya se ha posicionado en la web de viajes Trip Advisor. Claro, se trata de una “cosa pública”: el café resto pub República, un lugar “donde alimentar los sentidos”, según uno de los cinco socios, el artista Alfredo Román. Para quienes conocen la noche cruceña, es fácil reconocerlos: son los mismos que crearon el Duda Pop Bar, ubicado en el centro de Santa Cruz.

Como pasó con el boliche, República ha resucitado un antiguo edificio del centro (fue durante un tiempo la sede departamental del Ministerio de Trabajo).

Desde las diez de la mañana hasta la medianoche se puede pedir todo cuanto figura en la carta, que viene en formato periódico de ocho páginas: es posible almorzar tanto a mediodía, como a las once de la mañana o a las cinco de la tarde. Sólo hay una excepción: el “Menú No Ejecutivo para Ejecutivos”, que está disponible de martes a viernes, de 11.30 a 14.30. Consta de un plato fuerte de la carta (pasta, carne, pescado...) y, por cortesía de la casa, un jugo de frutas y un café expreso.

La carta ofrece platos ligeros que quitan el hambre sin dejar el estómago pesado (a ver quién vuelve al trabajo con calor y abotagado): sopas de hongos, zapallo y cebolla; empanadas de carne y vegetarianas (de espinacas o queso); tequeños (dedos de queso), langostinos rebozados, platos italianos, etc.

Hay una sección titulada “¡Se puede! ¡Se puede! Vivir de ensalada”. Las hay de quinua, de pollo, con langostinos, palta...“Se bebe el agua a chorro y el vino a sorbos”, dice la sección de bebidas. En ella destaca el jugo especial, que lleva hielo picado y hierbabuena (la limonada casa perfectamente con esta forma de preparar los refrescos).

Si es jueves, hay un 2x1 diferente cada mes que dura todo el día. En abril es de cerveza Corsa. Y, un  mes sí y otro no, también se puede encontrar una promoción el fin de semana. En marzo, fue de dos mojitos al precio de uno. La siguiente llegará en mayo.

Para los cafeteros, la carta-periódico ofrece 13 formas distintas de tomar la infusión, entre ellas el especial de la casa, Capuccino República: a la receta original se le añade crema de leche, jarabe de chocolate y cacao. Se puede acompañar con postres de nombres (y sabores) tan suculentos como brownie súper húmedo de chocolate negro, rollito de canela, mini budín de zanahoria o tiramisú.

Durante el día, el área más solicitada por quienes acuden a República es el interior acondicionado con aire frío, con mesitas y sofás de tapices floreados. En las paredes de tonos pastel cuelgan fotografías y otras obras de arte de la galería Kiosko, creaciones en general de artistas nacionales, que están a la venta, salvo las dos extrañas cabezas de ciervo: parece que los socios tienen predilección por ese animal (o, concretamente, por esa parte del cuerpo), porque en el Duda también hay unas cuantas (es inolvidable la que está hecha de color rosa).

El patio suele triunfar de cara a la tarde, cuando la temperatura se hace más fresca. Al amparo de sombrillas, plantas y palmeras, con música de fondo, la gente ocupa las mesas o la pequeña barra para tomar café o algún cóctel.

A fin de no hacerse autocompetencia con el pub, los socios han abierto este local al que, dicen, “puede acudir un sector más amplio de la sociedad, respecto a un bar”. Ciertamente, a mediodía, grupos de señoras se dan cita para almorzar, pero también parejas, algún comensal atento a su computadora portátil usando el wifi del local o turistas extranjeros.

Ubicada en el número 175 de la calle Bolívar, a dos cuadras de la plaza 24 de Septiembre, República ofrece una relación entre calidad y “precio justo”, venden los dueños. No quieren aumentar el costo de sus productos, dándole así un golpe a la ola de encarecimiento que vive Santa Cruz de la Sierra, argumentan.

Ésa es parte de la filosofía que les inspiró para abrir el espacio republicano. “Res publica abarca conceptos como libertad, igualdad, justicia y bien común”, se lee en la tapa de la carta-periódico, la que invita a “todos” a formar parte de “una cosa pública”. Algunos ya se han insertado de pleno y hasta se han tomado la libertad de corregir con rojo las faltas de ortografía del menú.

“Todos sentimos que estamos creando nuestra propia república”, estampó un socio. Será cosa de unirse a esas filosóficas filas... comiendo.

Comida + ropa

Frente a la puerta de entrada a la cafetería, en el pasillo que lleva al patio, hay otro local: Elay, una tienda de ropa y complementos de diseño pop. Si no es mediodía, cuando cierra unas horas, se puede aprovechar para comprar una prenda casi exclusiva o, al menos, pasar a ver sus “juguetes”.

Billeteras hechas con casetes, literatura nacional (como el ganador del premio Franz Tamayo, Los abismos posibles, de Mauricio Murillo, entre otros), cuadernos, zapatos, poleras... La mayoría son objetos de “edición limitada” (no se hacen a gran escala), por lo que el contenido de la tienda cambia regularmente. Lo que no varía es el origen de las colecciones: llevan el sello de “Hecho en Bolivia”.

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