martes, 16 de julio de 2013

La Paz CHICHARRONES

Alrededor de las siete de la noche, largas filas de clientes esperan por un plato de chicharrón entre el Shopping La Cumbre y el Banco FIE en Villa Fátima, donde doña Pacesa Condori Castillo atiende desde hace 36 años.

En 1975, Pacesa empezó ayudando a su suegra, doña Josefa Quispe, quien vendía chicharrón al frente del exsurtidor en la misma zona. Luego de dos años de aprender lo básico de este trabajo, decidió hacer su propio negocio a media cuadra de donde ahora se sitúa.

Empezó la venta de chicharrón a 40 centavos en envases de papel. “Tenía que hacer dinero y empecé poco a poco”, relata la casera y agrega que mientras por muchos años cocinó en un pequeño anafe, ahora tiene cuatro cocinas.

A este puesto callejero y bajo el amparo de una tela “vienen personas hasta de la zona Sur, incluso turistas de otros países, como Perú”, cuenta orgullosa la miniempresaria.

Los chicharrones se venden desde las siete de la noche hasta “que se acabe”, casi siempre en tres horas. Cuestan entre 22 y 25 bolivianos.

Uno de los secretos del sabor, cuenta la señora, es no condimentar la carne de cerdo. “Sólo pongo sal y limón”, dice y agrega que cada día vende de dos a tres chanchos, dependiendo si es principio o fin de mes. “A principios de mes, cuando pagan sueldos, se vende más y los últimos días la venta baja”.

“En el Día de la Madre tengo mucho trabajo en colegios, como en La Salle de la zona Sur' también me llevan a la fábrica Cascada en Navidad, Año Nuevo o carnavales. Ahí bien sale, vendo 800 platos por contrato”, relata doña Pacesa.

En el negocio trabaja con sus familiares. Miriam, Édgar y Sonia Condori, sus tres hijos y sus sobrinas. “Hace seis años falleció mi esposo, él también me colaboraba”, recuerda.

“Los chicharrones se venden desde las siete de la noche ‘hasta que se acabe’, casi siempre en tres horas”.

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