sábado, 29 de julio de 2017

Red Carpet ofrece ambientes con un sinfín de fotografías, objetos antiguos y obras de arte de décadas pasadas.



Lo primero que se observa al abrir las puertas corredizas de vidrio es una alfombra roja que lleva a los ambientes principales, mientras que una proyectora antigua ubicada a la derecha parece transportar a los años dorados de la cultura pop. Es un restaurante-lounge único en La Paz, donde se exhibe un sinfín de imágenes de artistas, discos de vinilo, máscaras y pinturas que un europeo legó a un par de jóvenes emprendedores que hace seis meses inauguraron Red Carpet.

Cuando Guillermo Roca ingresó a aquellos ambientes por primera vez desconocía cuál era la idea que tenían los anteriores dueños. La luz tenue apenas dejaba ver algo de lo que había, como si fuera una cueva con tesoros escondidos, que estaban reservados para el ingeniero comercial y su socia Carla Costas.

De lo único que se acuerdan los nuevos responsables del local es que el anterior dueño es originario de Europa del Este. Así lo demuestran las inscripciones que están en las paredes. Lo cierto es que él era un amante de la cultura de los años 60, en especial de los artistas del Reino Unido y Estados Unidos. Alto, de edad avanzada y aficionado a los habanos, era complicado conversar con él pues no hablaba español.

Los socios que apostaron por Red Carpet.

Carla y Guillermo decidieron en 2015 que era el momento de independizarse, por lo que ambos planearon abrir una cafetería o un salón. Como parte de su modelo de negocio, hicieron las pruebas que dieran como resultado la oferta que iban a presentar a sus clientes, luego de lo cual comenzaron por el trabajo más complicado: conseguir los ambientes adecuados para materializar sus ideas.

No obstante, no tuvieron que buscar demasiado. Una amiga de Carla pasó el dato de un espacio disponible en la avenida 6 de Agosto, casi esquina Lisímaco Gutiérrez, donde telas y papel sábana daban a entender que el lugar estaba abandonado. O guardado para los elegidos. Al traspasar esa especie de mampara que daba ingreso al lugar, lo único que se veía era un oscuro intenso. Había que pasar al fondo para activar el interruptor, así que Guillermo y Carla debían caminar con mucho cuidado, para no tropezar con objetos por entonces desconocidos.

Al encender la luz, ambos quedaron fascinados al encontrar una especie de cueva larga con un sinnúmero de objetos interesantes, empezando por una máscara de madera de un metro de alto y terminando con cientos de imágenes en la pared.

Una pared llena de fotografías en blanco y negro de artistas pop de los años 60.

Con ese nuevo panorama “nos vimos en la grata necesidad de modificar la oferta y adaptarnos con el estilo y la decoración”, reconoce Guillermo, quien con su también prima Carla casi de inmediato modificaron el modelo de negocio.

Ambos desconocen las causas por las que el europeo se fue no solo del local, sino también del país, pero están convencidos de que él los escogió debido a que estaba seguro de que iban a continuar la herencia que había reunido durante tantos años. Ellos creen que tal vez influyó su relación con el arte, ya que Guillermo y Carla provienen de una familia de músicos.

De esa manera, cinco meses después (el 15 de diciembre de 2016) fueron retirados la tela y el papel que cubrían las puertas de vidrio para iniciar Red Carpet. “Esto es una apología del arte”, define Guillermo a la decoración del local que se está visitando. Al cruzar la puerta de vidrio, uno queda absorto al contemplar cada uno de los objetos ubicados en el recibidor. A la derecha, como si se tratara de un ticket de ingreso, una proyectora antigua evoca a las estrellas de antaño.

El primer espacio está dedicado a The Beatles de la década de los 60, cuando los músicos de Liverpool vestían trajes formales y aún no habían sido influidos por la cultura hindú. Al lado, el marco de ventana ahora es un cuadro que rinde homenaje a Marylin Monroe y a The Rolling Stones.Son insuficientes las visitas continuas para conocer todos los detalles de las imágenes, ya que cada vez se encuentran pormenores que sorprenden, como una fotografía del boxeador Muhammad Ali con un pequeño Michael Jackson de cabellos esponjosos de los años 70.

De 10 parejas, al menos ocho eligen el ambiente de las máscaras venecianas, que se caracteriza por la tranquilidad, el calor de otra chimenea y la iluminación dorada de lámparas con formas circulares, al estilo psicodélico de los años 60. Y para quienes prefieran algo contemporáneo, una rampa conduce al salón dedicado a los años 90, con discos compactos colgados en la pared, entre los que resalta la producción digitalizada de Led Zeppelin y otros.

Resguardado por máscaras que al parecer provienen de África, un rincón especial está reservado para la cultura boliviana, con fotos añejas, cuadros de la naturaleza andina y artesanías.

La especialidad de la casa, una tabla con pedazos de piña, carne y papas fritas.

Además de las hamburguesas y pizzas, la especialidad de la casa en cuanto a gastronomía durante la noche son las tablas para picar, como la argentina, de quesadillas y de milanesas. Para el mediodía, la oferta en el almuerzo son tres platos fuertes que se pueden combinar con igual número de guarniciones, entre comida nacional y extranjera.

Con relación a los batidos de fruta o smoothies, es imperdible beber una mezcla de kiwi con durazno, cherry con limón, piña con menta o frutilla con copoazú. Los recortes de revista que se han convertido en motivo para seguir encontrando rincones escondidos de la cultura pop o de un certamen de belleza, pinturas contemporáneas confundidas entre cajas de habanos, máscaras venecianas que dan intimidad mientras las luces doradas tenues parecen abrazar al visitante, discos de vinilo originales que ahora sirven para ser admirados, música de Ray Charles o Eric Clapton y frases de un idioma extranjero que parece significar mucho, forman parte de una herencia que recibieron dos jóvenes emprendedores para llevar al pasado a través de una alfombra roja. l



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