La ciudad de La Paz cuenta con una variedad de alternativas -generalmente en puestos o anaqueles- donde se oferta comida criolla al paso, a cuál más apetitosa y exitosa entre la gente.
Para difundir y celebrar esta faceta de la gastronomía local en estas efemérides cívicas, Página Siete visitó nueve de estos destinos de esta suerte de “circuito gastronómico alternativo” y además de comprobar que la característica común de estos negocios es su gran éxito entre la gente, recogió una unánime premisa entre los “comideros”: la única manera de triunfar en este oficio es ofrecer comida fresca, sabrosa y garantizada.
Cuando de saciar el apetito se trata, una buena opción para comenzar son las famosas llauchas de San Pedro; las hay calientitas y frescas desde las 7:00. A media mañana, los jugos de frutas y multivitamínicos en Villa Fátima calman la sed y revitalizan el cuerpo.
Después, vale la pena hacer cola para almorzar los sabrosos pollos Betty, que se los encuentra en el mercado Yungas.
El recorrido continúa a las 16:00 con los sándwiches de chola que se venden en un puesto al final de la avenida Saavedra, en Miraflores. Al llegar la noche se puede escoger entre los famosos chicharrones de doña Pacesa, en el mercado de Villa Fátima, los pasteles de papa frente al Monoblock de la UMSA o las alitas de pollo de San Miguel.
Para cerrar el circuito con broche de oro, nada mejor que unos riñoncitos al jugo de doña Julia, que se instala hace años frente a la cancha Zapata.
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