Es como revivir la época de la Colonia con un café. The Colonial Pot -un pub restaurante ubicado en la calle Linares- evoca el pasado con reliquias añejas y cargadas de historia, en las que se plasman la dualidad entre el bien y el mal.
Se trata de una casa antigua con paredes de adobe, balcones y techos de teja con un largo pasillo empedrado, que es el ingreso a un espacio ornamentado con faroles minuciosos tallados en madera.
En 1705 era un tambo, es decir, un recinto donde llegaba el recado de las haciendas del altiplano. En ese entonces tenía dos ingresos: uno por la calle Linares y otro por la Sagárnaga, que después fue tomado por algunos vecinos.
Como un legado familiar, aquel terreno de 834 metros cuadrados quedó en manos de Rafael Tórrez Valdivia, actual propietario, quien decidió restaurar el lugar y hacer algunas réplicas para el restaurante, lo que le tomó 20 años.
“Sería más rentable hacer un edificio, pero cada tallado tiene un significado especial que se queda en el mundo”, manifiesta Tórrez.
El barroco predomina
En el siglo XVIII se implantó el estilo barroco, caracterizado por la abundancia de adornos en forma de espiral, el uso de la línea curva y la inclusión de elementos mitológicos en la decoración.
Este estilo fue el origen del barroco mestizo, en el cual se juntaron principios barrocos europeos con elementos nativos andinos.
Precisamente en los muebles de esta casa colonial -como en algunas iglesias antiguas- se encuentra evidenciada la mezcla de la cultura indígena con la europea.
Por fuera, la estructura mantiene el estilo de la época, pero por dentro se hicieron diferentes refacciones para conservar la vivienda. Entre ellas la construcción del techo y del piso con ladrillo, además del refuerzo a las paredes, que por el clima resisten menos.
En muchas ciudades de Bolivia se conservan hasta nuestros días reliquias arquitectónicas de la época de la Colonia española. Las más representativas están en Potosí, Sucre y la parte norte de Santa Cruz, aunque La Paz no queda indiferente.
Religiosidad latente
También existe un mestizaje conceptual, en el que los significados de cada pieza remontan a las creencias religiosas fuertemente arraigadas en esa época.
El catedrático colombiano Enrique Yepes, explica que “la colonización de América tenía, en la esfera ideológica, una misión evangelizadora. A escala política, su papel era expandir el dominio de la Corona española, consagrada a la fe católica. En el campo económico, había que encontrar metales preciosos y dar tierras a los héroes españoles y a la Iglesia”.
Es así que las reliquias que hoy se muestran en este lugar corresponden a un orden religioso en el que se pone en manifiesto una fe plenamente católica y a la vez mística. Los lienzos de santos y los tallados de cabezas de demonios dan señal de ello.
Patrimonio vetado
Tórrez también cuenta, como una anécdota, que después de la batalla de Ingavi, en 1841, el general Agustín Gamarra y sus tropas descansaron en este lugar.
Y a pesar de su relevancia histórica, el propietario afirma que “el enemigo de la conservación de esta casa fue la Alcaldía que muchas veces indujo a venderla”.
Este hecho fue el detonante para que considerara al gobierno municipal de La Paz como “depredador del patrimonio paceño”.
Con todo, este recinto continúa sin ser considerado como un patrimonio cultural, y tampoco hay señales de interés porque así sea.
Del restaurante
La atención en el restaurante The Colonial Pot es diaria, de 12:00 a 23:30. El variado menú hace un recorrido entre comida nacional e internacional.
El actual administrador, Adrián Salas Ramírez, calcula que los clientes acuden al lugar en un promedio de 45 a 50 personas por día y en temporada alta se duplica el número de visitantes, quienes en repetidas ocasiones se toman fotografías en el turístico lugar.
“Lo que más piden los extranjeros es carne de llama y quinua”, comenta Salas, quien ofrece platos desde 35 a 60 bolivianos, además del servicio de té.
Como un proyecto a mediano plazo, pretenden presentar peñas folklóricas para fortalecer la cultura nacional en este lugar que funciona desde hace cinco años.
La tenue luz sobre las mesas y los pasillos termina de dar el toque místico al lugar. Y con una buena taza de café, rodeado de reliquias e historia, el tiempo pasa casi inadvertido.
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