lunes, 30 de mayo de 2011

“Doña Fely”, la sucrense que seduce al paladar kochala

Su amabilidad y sencillez son las gratas impresiones que uno tiene cuando conversa con “Doña Fely”. La gran cantidad de comensales que atiende diariamente en el restaurante que lleva su nombre, no le impide ofrecer un saludo cordial a los recién llegados y una despedida cariñosa a los que dejan el local después de haber degustado de sus especialidades.

Felicia Márquez (conocida como Doña Fely) ha logrado satisfacer al exigente paladar cochabambino con platos típicos chuquisaqueños como el chorizo chuquisaqueño, el mondongo, menudito y fricasé entre otros deliciosos platos.

El local ubicado en la Tumusla entre Calama y Ladislao Cabrera (frente a la Escuela de Comando y Estado Mayor) se llena de comensales desde la mañana. Lo primero que se observa al ingreso es un gran sartén donde se fríen los chorizos, cuyo aroma invade toda la cuadra.

Felicia se encarga de servir la comida que se encuentra en enormes ollas de aluminio. Ella con pocos movimientos puede hacerlo con rapidez.

Siempre usa su sombrero de cocina y un mandil. Tiene el cabello corto y mide como 1.50 metros. Es la jefa de la cocina y organiza a sus ayudantes.

Felicia Márquez cuenta que llegó a Cochabamba hace diez años, cumplidos justo el pasado 25 de mayo. Fue uno de los principales desafíos que encaró en su vida porque nunca antes había dejado su natal Sucre. Junto a sus tres hijos llegó a la ciudad y emprendió en la gastronomía: una actividad a la que dedicó toda su vida, desde su infancia. Con gratitud recuerda que su dueña de casa le prestó tres mesas para que empiece su negocio. Su primer local estuvo ubicado en la calle Jordán entre Junín y Hamiraya.

Comenzó con pocos platos, pero paulatinamente fue creciendo y el local le resultó insuficiente. Tuvo que trasladarse a otro más grande en la calle Hamiraya y ahora atiende en la Tumusla.

Con gratitud recuerda a su mamá, quien le heredó el oficio de la cocina. Felicia dice que tenían uno de los puestos de comida más importantes en el Mercado Central en Sucre, en el primer comedor. Ella también se hizo cargo del mismo.

Detrás de la mujer suave y dulce, se esconde una persona tenaz y luchadora. Tuvo que sacar adelante sola a sus tres hijos porque quedó viuda, cuando su hijo menor tenía dos años.

Felicia cuenta que su jornada empieza a las cuatro o cinco de la mañana. La atención en el restaurante es hasta las tres, pero después continúan las tareas como por ejemplo la elaboración del chorizo.

Cuando habla del tema se asoma el entusiasmo a su mirada y cuenta que “el chorizo” tiene todos los ingredientes necesarios que le dan exquisitez: pasas, vino, sidra, canela, clavo de olor y otros “secretos”. Añade que todos sus platos son elaborados con el mismo cuidado.

Vida consagrada a la familia y la cocina

Felicia Márquez nació el 21 de febrero de 1950 y desde muy joven apoyó a su mamá (Margarita viuda de Márquez) en la actividad gastronómica, ahora son sus hijos quienes le apoyan en todo momento.

Tiene tres (dos varones y una mujer) a quienes ha dedicado toda su vida y los ha incorporado en el negocio familiar. Ellos son su mano derecha y participan en todas las tareas: desde las compras hasta la administración. Ellos son: Hernán, Carmen y Johnny.

“Les hago despertar temprano” para que me ayuden incluso a levantar las cosas que son demasiado pesadas”, dice.

A pesar de que hay personal de apoyo, la dueña es la que guía las tareas y vigila que todo esté “sabroso” para que los clientes se vayan satisfechos y regresen.

Uno de los días más especiales para Felicia es el aniversario de Chuquisaca, el 25 de mayo. Ese día en su local los esfuerzos se duplican porque se preparan los platos típicos de su tierra natal. Además del chorizo, mondongo (chancho con mote amarilllo), menudito (carnes de pollo, cerdo y res, con mote y cebollas picadas) y fricasé; ese día se elabora en cantidad el qhoqho de pollo (guiso).

El negocio de la comida es muy riesgoso “uno puede ganar, pero también puede perder todo”.

“Tengo que encaminar a mis hijos” dice Felicia con preocupación y tengo que seguir trabajando “hasta que Dios disponga”.



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