Ninguna sociedad, por las fuerzas morales que le dan firmeza, autoridad y prestigio, ha penetrado en la conciencia del pueblo paceño como “Los Amigos de la Ciudad”. Escribir su historia sería seguir, paso a paso el desarrollo y la evolución de la ciudad de La Paz desde el año 1916, o sea, desde el momento en que comienza a transformarse.
El 16 de julio de 1916 celebró su primera reunión oficial la Sociedad Tahuantinsuyo. Escorzo, sin duda de lo que será años después “Los Amigos de la Ciudad”. En aquel tiempo terminaba el segundo mandato presidencial del Gral. Ismael Montes, estadista de dilatada visión política. La unión republicana, formada por liberales disidentes, daba al liberalismo grandes batallas políticas y cívicas. La segunda etapa comienza con “Los Amigos de la Ciudad”. No es repetición de antiguos motivos de trabajo, las ideas de la Tahuantinsuyo se habían extendido y dado frutos: varias sociedades en ese tiempo tenían parecido ideario, ni un retroceso. Una nueva visión de las cosas, madurada con experiencia, para que el anhelo de trabajo colectivo inicie una marcha de frente al futuro.
El 16 de julio de 1926, celebrando un nuevo aniversario de la Revolución Emancipatoria de 1809, aparece en el escenario una institución: “Los Amigos de la Ciudad” sustantivamente, es la antigua Tahuantinsuyo, que se presenta a cumplir una relevante obra social partiendo del nombre hay aproximadamente con el pueblo y las masas; cercanía con todas sus zonas económicas y sociales. Los ciudadanos que forman la institución y que también dieron vigor a la Tahuantinsuyo, realizan un acto de cordial presentación: no quieren ser dómines, guías, maestros, sino algo más sencillo y permanente vinculado con la intimidad: Amigos de la Ciudad, amigos de todos los que viven, sufren y progresan en ella.
Si es verdad que el nombre forma a veces el destino y traza el rumbo de las instituciones, en la elección realizada por Los Amigos de la Ciudad, existe maestría insuperable. Porque posee los elementos indispensables para prolongarse como institución generadora de ideas y sentimientos positivos y ejemplares. Responde a necesidades del medio social, porque sin este requisito sería artificial su existencia.
Se nutre de una vida orgánica llena de salud y tiene una densa cantidad de energías para su misionera obra que se propone. Con tal conjunto de fortaleza espiritual de donación para el trabajo, señala hitos cohesionadores para el desarrollo de la ciudad de La Paz.
El amigo de la ciudad don Humberto Muñóz Cornejo, que fue el alma misma de la urbe, le dio toda su fe, le consagró su existencia. Se entregó su amor con la devoción de un creyente. No puso límites ni condiciones a su afecto. Hoy, esta institución es una cátedra de encendido bolivianismo. No es la tribuna regionalista, allí se habla de La Paz, pero ante todo, se entona el himno de la Patria. Allí se confunden todas las ideas, los partidos, todas las creencias, en función del bienestar del pueblo de La Paz. Es por eso que a lo largo de su trayectoria ha destacado diferentes comisiones especiales de trabajo, ante el Gobierno Nacional y el Gobierno Municipal y otras afines, proponiendo y exigiendo obras importantes en beneficio de la ciudad y del departamento en su conjunto.
El primer estatuto de la institución fue aprobado mediante Resolución Suprema de fe-cha 20 de agosto de 1963, durante la presidencia del Dr. Paz Estenssoro, el cual ha regido los destinos de esta respetable y benemérita institución.
Amigos de la Ciudad es una institución cívica y cultural, de derecho privado sin fines de lucro, constituida por la adhesión libre y voluntaria de personas comprometidas con la defensa e intereses de la ciudad, del departamento de La Paz y del Estado Plurinacional de Bolivia, así como su patrimonio ci-vil, cultural e histórico, su organización está acorde a los preceptos constitucionales y le-yes del Estado, siendo sus valores cívicos y de servicio, solidaridad y el buen vivir, así mismo vela porque se cumpla con los pre-ceptos de los derechos humanos y está le-galmente constituida como una institución centenaria del país.
¡Felicidades, Viva La Paz, tumba de tira-nos!
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