El maíz también viene de ese departamento, algo que no sucede con los famosos chorizos de esa tierra: se preparan en el propio restaurante miraflorino.
No sólo los platos de este restaurante resultan hogareños. El ambiente y el trato entre el servicio y los clientes (muchos, habituales; algunos, personajes famosos) dan una sensación de familiaridad concordante con la historia del restaurante. La gracia para la cocina que tenía doña Olguita acabó siendo indispensable para que ella y su marido, migrantes de Sucre, abrieran el 25 de Mayo, un modesto local con cinco mesas, que ha pasado por varias ubicaciones. Hoy, Marcelo y Javier Rendón Castro, los hijos menor y mayor (respectivamente) del matrimonio, continúan la tradición. Eso sí, los chefs, que ya llevan 25 años junto a ellos, son los que siguen deleitando a la clientela con el estilo de la fundadora, doña Olguita.
El 25 de Mayo empezó siendo un local de cinco mesas en Villa Pabón. Ahora es un espacio de dos plantas en una casa amarilla de la calle Trinidad y Tobago. La inferior tiene tres salones unidos entre sí. En el piso superior, enmoquetado, de paredes y muebles que parecen poder contar cientos de anécdotas, hay espacios reservados para pequeñas reuniones, separados para fumadores y no fumadores. Ahí, incluso, se han planificado golpes de Estado, bromea Marcelo.
El mondongo, la sullk’a (que es el plato que siempre pide el presidente Evo Morales, cuenta Marcelo), el picante surtido y el chorizo son los platos estrella de la casa que, desde hace dos años, tiene una sucursal a tres cuadras, el Buffet Criollo 25 de Mayo, de comida nacional.
Ambos abren de 12.00 a 00.00, de lunes a lunes, incluidos feriados. El gasto medio de un almuerzo para cuatro personas es de alrededor de Bs 200.
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