domingo, 25 de enero de 2015

Pueblo chico, diversión en grande



Una noche de recorrido por las calles de la capital del Estado boliviano, con la vista de iglesias, museos, cultura y alternativas para la buena comida y bebida, es un buen pretexto para dar con el lugar. De una de las paredes blancas de las casas coloniales de la plaza 25 de Mayo, se distingue un letrero con un gato negro sentado que parece mirar fijamente a los ojos. En la terminación de la cola curva del felino se visibiliza el nombre de este café bar restaurante: Pueblo Chico. He ahí el lugar.

Al cruzar la puerta principal, un pasillo con fotografías de la ciudad de Sucre da la bienvenida a un patio acogedor. Piso de ladrillo, columnas pintadas de guindo que llevan en la parte superior faroles que iluminan todo el ambiente, son la característica del sitio.

Los colores que predominan son el amarillo, blanco y guindo, que brindan un toque familiar. Como fondo suena la música de Tom Jones, Perry Blake o Florence + The Machine, además de una selección de lo mejor del jazz.

Marco Prado, administrador de Pueblo Chico, cuenta que el restaurante, que tiene seis años de funcionamiento, fue creado “con la idea clara de ofrecer una mejor oferta en servicio turístico, tanto para el cliente nacional como para el extranjero”.

“El nombre de Pueblo Chico es un poco para hacer alusión a la ciudad de Sucre, pueblo chico… diversión en grande”, matiza el encargado del local chuquisaqueño.

El inmueble conserva las características coloniales de la capital, por ello las mesas y las sillas están hechas de hierro forjado y en las paredes cuelgan lámparas antiguas. No obstante, no se deja de lado la actualidad con las luces de colores y los televisores con pantalla plana que muestran videos musicales.

En las paredes de Pueblo Chico se pueden apreciar cuadros de diferente tamaño y estilo, entre los que prevalecen arcángeles, querubines y damas. Varias obras fueron regaladas al restaurante y otras fueron adquiridas, como una del Tata Santiago pintada por el artista chuquisaqueño Donald Moreira, quien el año pasado obtuvo el Gran Premio del XLVII Concurso Plurinacional de Artes Plásticas, por un óleo sobre lienzo denominado Amanecer del diario vivir.

Hasta el año pasado, el café arte, bar y restaurante abría sus salones para la exposición de cuadros por parte de artistas nacionales, a quienes no se cobraba por el uso de las instalaciones. Si bien este año no se tiene nada programado, no se pierde la esperanza de volver a estar cerca de obras de arte nuevas.

Pueblo Chico está dividido en tres ambientes. El que se encuentra en el fondo es el lounge, el lugar de descanso donde se puede disfrutar de música agradable y charla apacible en torno a las mesas y los sofás, “para que la gente esté más junta”, afirma Prado.

En el primer piso, detrás de las barandillas, existe todo ese espacio que es habilitado los fines de semana para compartir en pareja o con amigos.

Asimismo, en el patio principal están dispuestas las mesas grandes y para más personas, quienes desean disfrutar de las especialidades gastronómicas del restaurante. “Tenemos un servicio muy amplio. Atendemos desde los desayunos a las 08.00, menús al mediodía, todo tipo de comida, nacional e internacional, picaditos y una amplia variedad de cócteles, con atención hasta la medianoche”, explica el administrador del restaurante, quien añade que la preferencia en cuanto a tragos es el mojito cubano. Para la primera comida del día se ofrece el desayuno americano, francés o alemán, “según mande el gusto del cliente”.

Al mediodía, como una manera de presentar al visitante la riqueza gastronómica boliviana, se ofertan alimentos nativos, como por ejemplo la sopa especial de quinua con un surubí a la crema. En la lista de platos especiales no pueden faltar el ckocko de pollo, el picante de Zudáñez, el mondongo, el tradicional chorizo chuquisaqueño, el silpancho cochabambino o el charquekán orureño. “Tenemos paella como la especialidad de comida internacional, pero nuestros clientes vienen a comer pique macho, que es un plato bien conocido acá, está entre nuestros platos favoritos”, asegura Prado.

El restaurante Pueblo Chico también se caracteriza por poner a disposición de los clientes una variedad especial de café. “Hace poco participamos en la feria de fusiones, que presenta propuestas nuevas e innovadoras, por lo que nos invitaron a presentar nuestros cafés fusión”, resalta Prado, para luego extender una carta con la amplia variedad de café fusión bautizada con nombres de artistas.

Quienes admiren al compositor y cantautor cubano Pablo Milanés, fundador de la llamada Nueva Trova Cubana, pueden ordenar un café que es complementado con ron, miel, crema y canela; o disfrutar del café Juan Gabriel, en honor al afamado cantante mexicano, acompañado de canela y miel.

Édith Piaf fue una de las cantantes francesas más reconocidas del siglo XX, con canciones como La vie en rose o Non, Je ne regrette rien. En su homenaje, Pueblo Chico también prepara el café con amaretto, crema y canela.

También existe el café Manu Chau, el Mick Jagger, el café Madonna, Spinetta, Janis Joplin, Katy Perry, Jim Carrey, BB King o Bob Marley... una variedad para todos los gustos y paladares rockeros.

Las calles de Sucre exudan arte, historia y cultura. Pueblo Chico es una especie de resumen de esa riqueza, la cual se refleja en buena comida y un buen café, con mucha diversión.



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